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Impresión Final: Dorohedoro

 

El año comenzó de la mejor manera con Dorohedoro, una obra que pasó casi desapercibida pero que va ganando adeptos debido a una buena construcción de su mundo y al carisma de sus personajes.

Dorohedoro es un soplo de aire fresco entre tantos estrenos mediocres que apuestan a los tópicos de siempre por miedo a no vender lo suficiente, además, junto a Beastars y Kengan Ashura es uno de los mejore exponentes actuales de lo que la animación Cell Shading puede lograr si se la sabe aprovechar correctamente.

Basado en un manga del año 2000, si se tardó tanto en llevarla al terreno de la animación se debe a dos importantes factores, por un lado sus complejos diseños y detallada animación, la hacían difícil de animar con justicia y por otro lado las peripecias que tuvo pasar su manga mientras fue publicado:

Resulta que Dorohedoro, nació como un manga de la revista Monthly Ikki, una producción de la editorial Shogakukan dedicada al mundo Underground, es decir que literalmente era un banco de pruebas andante donde le daban completa libertad creativa a sus mangakas, editores y redactores para que liberen su imaginación sin preocuparse si podría ser un éxito comercial.

Obviamente, la idea no podía durar mucho y fue cerrada, pasando Dorohedoro de revista a revista hasta finalmente terminar de publicarse en la Gekkan Shōnen Sunday, compartiendo un tiempo cartel con obras como Mix de Mitsuru “dibujo a todos los personajes igual” Adachi y Takagi-san de Yamamoto Souichirou.

Son tantas las cosas que me encantaron de esta serie que es conveniente desarrollarlas por separado para una explicación mejor.

Una obra de misterio

El punto principal de la trama de Dorohedoro, es conocer quien es en verdad Caimán, un tipo con una cabeza de lagarto que no tiene la más mínima idea de su pasado. Solo sabe que un día apareció así de la nada y es uno de los pocos seres que no se ve afectado por la magia.

El misterio que rodea a Caimán es una de las cosas mejor resueltas en la serie, porque lejos de perder el tiempo en enormes charlas de exposición, son cosas que el autor las presenta de forma natural y en dosis suficientes para mantener el interés del espectador.

En este sentido, la obra se encamina mucho a la narrativa del policial negro, donde cada testigo solo es conocedor de una fragmento de la historia y es cuando se unen las piezas que todo va teniendo sentido, logrando un desarrollo orgánico de la trama y para nada forzado.

Todo un logro, para un manga que estuvo casi veinte años de desarrollo, mantener una misma línea narrativa durante tanto tiempo es algo muy pocas veces se ve en la industria del manga.

Un enorme mundo por descubrir

Otro logro de la serie, es la construcción de un mundo que se sienta vivo, con sus propias reglas, costumbres y división de poderes.

En el mundo que propone la serie conviven los humanos, los magos y los demonios. La forma en que estas tres sociedades interactúan resulta ser otro de los elementos atractivos de la serie.

Por un lado tenemos a los humanos que se acostumbraron a vivir como conejillos de indias de los magos y por ende tienen que vivir con la idea de que algún día volverán a sus casas con su cabeza con forma de conejo o que se verán envueltos en una masacre zombi.

Mientras que los magos viven en otro mundo, similar a un Halloween eterno donde viven disfrazados de las formas más estrafalarias posibles en diferentes tipos de clases sociales porque no todos los magos tienen los mismos poderes o habilidades.

Y finalmente, los demonios que hacen lo que quieren, comercializan con los magos, interfieren con sus planes, acceden a darles más poderes o simplemente se dedican a ser testigos silenciosos de las atrocidades que los anteriores dos grupos realizan.

Un diseño y personalidad propia

El otro punto fuerte de Dorohedoro está en sus personajes. Que no se sienten acartonados y cerrados a un estereotipo clásico de personaje de anime. Ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos.

Así como Caimán no tiene problemas en cortarle los dedos a una joven maga, el supuesto malo principal lejos de hacer maldades parece simplemente Homero de los Locos Adams por todas las ocurrencias que realiza.

No hay honor en el mundo de Dorohedoro, parece que lo mejor es simplemente no meterse no meterse en el camino de nadie para sobrevivir. Así como pueden invitarte a tomar un té, a los cinco minutos puede disparate a la cara solo por diversión. Cada mencionar, que cada personaje presenta una historia loca digna de mención.

Para concluir

En lineas generales es una serie que propone muchas cosas que desde hace años no se veían. Claramente, no busca reinventar la rueda pero ofrece tantas cosas interesantes que logran que se destaque del resto de propuestas que se estrenaron junto a ella.

Además el trabajo de MAPPA fue superlativo. Peleas bien coreografiadas, buen uso del Cell Shading, buena forma de ir contando la historia y mucho más por descubrir.

Lo bueno
En se roba el programa con cada una de sus apariciones, un tipo loco pero con clase que tiene su propia cadena de restaurantes donde se escucha solamente música de su autoría. Además se quiere tanto que mandó a hacer su propia película biográfica.

Lo malo
El final de la primera temporada se siente muy Deus Ex Machina, con un demonio que simplemente viene y arregla las cosas solo para que las cosas avancen.

El Congul
Está en Netflix con doblaje latino. No es lo mejor, pero es otra opción para no perderte esta serie.


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